La vez que llevé a Tico a la granja corrió desaforado detrás de vacas y caballos… ahora bien, no me imaginaría a mi hijo de 12 libras, con pelaje espumoso blanco y crema, atacando una de las vacas para consumir su carne fresca. Y si lo hace hay que recogerme.
Obtener mis certificaciones de nutricionista animal en Estados Unidos (Nutrición de Animales de Compañía y Nutrición cruda para caninos) me hizo entender las ventajas y desventajas de las diferentes alternativas nutricionales y optar por las dietas frescas ligeramente cocinadas. También me abrió los ojos ante ideas obsoletas sobre la alimentación de los perros fundadas erróneamente en el mito de que los perros son lobos domesticados. Tal afirmación no debe tomarse a la ligera ya que puede confundir al consumidor y causar serios peligros de salud en los perros.
El marketing de las dietas crudas y “biológicamente apropiadas”, usando fotos de lobos en los empaques, tomó auge en el 1993 cuando Robert k. Wayne, Ph.D., encontró en su estudio “Evolución molecular del perro familiar” que éste y el lobo comparten el 99.98% de su ADN:
“El perro domesticado es un relativo muy cercano del lobo gris, diferenciados por apenas un 0.2% de su secuencia de ADN”.
Sin embargo, la similitud en ADN no hace que dos especies necesariamente se relacionen, de hecho ese 0.2% de diferencia entre el lobo y el perro es suficiente para crear marcadas diferencias. ¿Sabías que compartimos el 96% de nuestra secuencia del ADN con el chimpancés? ¿El 85% con los perros? ¿El 60% con la gallina, la mosquita de frutas y la banana? Y por más que me gusten las bananas, no creo que sea su pariente.
Ok. Partamos el muñeco en varios pedazos.
Mito #1: Los perros son descendientes de los lobos. ERROR.
Estudios científicos, incluyendo la publicación del 2014 en la reconocida revista PLOS Genetics titulada “La secuencia de genomas realza la dinámica historia temprana de los perros”, demuestran que estos no son descendientes del lobo y que muchas de las similitudes de ADN son consecuencia del cruce de razas a través de los años. De hecho, se confirmó que el perro es descendiente de un ancestro en común con el lobo, ya extinto.
Esto significa que los perros no son lobos domesticados y por tanto no tienen las mismas necesidades nutricionales. Alimentar a tu perro como un “lobo” es un concepto errado.
Mito #2: Los perros no pueden comer carbohidratos. ERROR.
El sistema digestivo de los perros es más parecido al de los humanos que al de los lobos y esto quedó demostrado en el estudio de Erik Axelson del 2013 que señala que:
- Los perros tienen 3 genes adicionales que juegan un rol muy importante en la digestión del almidón (AMY2B, MGAM, y SGLT1). Los lobos carecen de estos.
- Los perros tienen de 4 a 30 copias del gen de la amilasa, la proteína que empieza la digestión de los carbohidratos en el intestino. Los lobos solo tienen 2 copias, una en cada cromosoma.
- Los perros tienen la maltasa, enzima digestiva del almidón, más larga y eficiente que los lobos, y similar a la de muchos herbívoros y omnívoros.
Otros estudios subsecuentes encontraron que los perros digieren carbohidratos en más de un 98%: Murray et al, 1999 investigó la digestibilidad del maíz, la cebada, la papa, el arroz, el sorgo y el trigo en los perros, encontrando que superaba el 99%. En el 2015 Bazolli et al obtuvo resultados similares con el arroz y el sorgo, y Carciofi et al, en el 2008 investigó la digestibilidad de la tapioca, maíz, arroz, sorgo, chícharos y lentejas en perros, la cual superó el 98%.
Esto significa que los perros sí pueden digerir almidones y granos (es decir, carbohidratos) y beneficiarse nutricionalmente de su contenido como parte de una dieta completa y balanceada.
Mito #3: La dieta “salvaje” o “wild” es la óptima y más natural. ERROR.
El lobo es un «oportunista», en la naturaleza come lo que encuentre, inclusive si tiene parásitos, está rancio o podrido. No tiene disponible una dieta balanceada con todo los nutrientes que necesita para una vida larga y de calidad. Sin mencionar las lesiones que sufre al devorar estas dietas, tales como dientes rotos y punciones en el sistema digestivo originadas por los huesos, lo cual termina en serias infecciones. Por estas y otra razones el lobo en la naturaleza no vive más de 6-8 años, mientras que los perros domesticados superan los 13 años.
También considera que esta propuesta nutricional consiste mayormente en carnes y, por tanto, es naturalmente alta en grasas. Esa proporción de macros hace sentido para un animal que camina largas horas y pasa días sin comer, no para tu cachorro acostado en el balcón y con un plato lleno de comida todos los días.
Esto significa que lo que comería un lobo en la naturaleza no es necesariamente la mejor alternativa. Te aseguro que el lobo tendría una dieta muy distinta si le dieran la opción de una comida mejor balanceada. También de seguro viviría más años.
Mito #4: Las dietas crudas son ideales para los perros. ERROR.
Ya vimos el origen infundado de las dietas crudas. Ahora bien, una cosa es «cruda» y otra cosa es «balanceada». No me opongo a las dietas crudas siempre y cuando estén correctamente balanceadas, me opongo a la dieta «del lobo». Una dieta con deficiencias puede poner en riesgo la salud y vida de tu mascota.
Lo que no me gusta de las dietas crudas es el exceso de proteínas y grasas saturadas. Pienso que en el largo plazo una dieta equilibrada conserva mejor la salud. Las proteínas en exceso tienen repercusiones a futuro en los riñones y las grasas en exceso terminan causando obesidad, inflamación del páncreas, colesterol alto y problemas del corazón. También considero que las dietas crudas son un riesgo innecesario de bacterias y otras enfermedades tanto para el animal como para las personas con que vive. La diferencia nutricional entre una dieta balanceada cruda y la misma dieta cocinada no justifica este riesgo.
Tanto la American Veterinary Health Association como la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos han dejado claro su punto de vista en contra de la alimentación de las mascotas con dietas crudas. No obstante está en tus manos la elección, pero hazlo de forma educada. Haz click aquí para leer los pros y contras de la dieta barf. Si la preparas tu asesórate con un nutricionista calificado y con experiencia. Si la compras busca marcas de empresas con una trayectoria probada. Siempre consulta tu veterinario.
Y entonces, ¿cómo alimento a mi perro?
Toma en cuenta que no hay una dieta mágica que sea ideal para todos los perros, estos son individuos y sus requerimientos nutricionales dependen de muchos factores tales como nivel de energía, metabolismo, problemas de salud, genética, edad, actividad física, etc. Limitar su dieta a lo que comería un lobo es innecesario, mal interpretado, y potencialmente peligroso.
La dieta correcta para un canino saludable debe contener entre 25-35% de proteínas de alta calidad de origen animal, carbohidratos no procesados y fibras (frutas, vegetales, almidones y granos son adecuados en muchas dietas) y entre 10-25% de grasas (incluyendo las no saturadas altas en Omegas), en las proporciones adecuadas para la etapa de la vida en que se encuentre. Si el animal tiene algún problema de salud, las proporciones de macros son diferentes de acuerdo al problema a tratar.
No te lleves de las modas y de empresas oportunistas que desarrollan productos que, buenos o malos, confunden al consumidor para ganar su compra. Edúcate para que puedas elegir la mejor comida que funcione para ti y tu mascota. Aquí te doy las pautas.
Toma en cuenta que en el largo plazo lo mejor es una dieta completa, que incorpore todos los nutrientes esenciales de forma balanceada y mejor aún si provienen de fuentes frescas, pues en la comida fresca los nutrientes están más disponibles que en la comida procesada.
En resumen…
Tomando en cuenta que los perros no evolucionaron de los lobos, que pueden digerir carbohidratos (como vegetales, frutas, papa, arroz), que las dietas de los lobos no son balanceadas nutricionalmente, y que las dietas crudas significan un riesgo de deficiencias nutricionales para el perro y de salud para la familia, creo que no hace mucho sentido querer alimentar a tu perro como un lobo.
¿Bueno o malo? No lo sé. Solo sé que los peludos que comparten la cama conmigo no son lobos. Piénsalo dos veces antes de caer en la falacia del marketing.